El sábado 12 de febrero, a medidad que iba cayendo la tarde, en los Jardines de la Pulpería La Blanqueada, comenzó la Peña y Fogón del 125º aniversario del nacimiento de Ricardo Güiraldes.
Esto sucedía en los pagos de Areco, con peña folclórica y baile y con la presencia de pobladores, turistas, músicos y bailarines tradicionales. Todo en ese ambiente encantado que son los jardines del museo que lleva su nombre.
La organización estuvo a cargo de las autoridades del Parque Criollo y Museo Gauchesco Ricardo Güiraldes, y su directora Cecilia Smyth nos adelantó alguna de las actividades que son habituales en estas tierras que vieron nacer la ficción representada en el libro Don Segundo Sombra.
Ricardo Güiraldes nació en Buenos Aires, 13 de febrero de 1886 en una familia de rango social y de propiedades; Don Manuel Güiraldes, su padre, era un hombre de gran cultura y educación; y también muy interesado por el arte.
Esta última predilección fue heredada por Ricardo, que dibujaba escenas campestres y realizaba pinturas al óleo. Su niñez y juventud se repartieron entre San Antonio de Areco y Buenos Aires.
Fue en San Antonio donde se puso en contacto con la vida campestre y de los gauchos, reuniendo experiencias que habría de utilizar años más tarde en Raucho y en Don Segundo Sombra. Fue allí donde conoció a Segundo Ramírez –nos señala Cecilia Smyth-, un gaucho de raza, en el que se inspiró para dar forma a la figura de Don Segundo Sombra. Y luego, en 1927 hace el último de sus muchos viajes a Francia donde muere, en la casa de su amigo Alfredo González Garaño. El cadáver es trasladado a Buenos Aires para darle sepultura en San Antonio de Areco. San Antonio de Areco que lo hizo su hijo le rinde, año a año, su homenaje al estilo de lo que Ricardo hubiera querido; con respeto pero con música, bailes y sus paisanos. Elementos todos, en especial los relacionados al respeto por la tradición, que están constantemente presentes en estas tierras de Areco dónde aún viven descendientes directos de la familia del escritor como Rosaura Díaz Güiraldes y alguno de sus hijos como María Lourdes, que se encarga de tareas directivas en la estancia "la Porteña", que albergó durante su vida los afanes literarios del autor y luego esa tradición "por lo criollo" que llevaron adelante los descendientes de su familia.
© Juan Bazán