Sexismo y el cuerpo femenino
Zillah Eisenstein - desde los EE.UU. - 10/03/13
Zillah Eisenstein es una reconocida feminista, profesora Teoría política en el Ithaca College, Ithaca, Nueva York. Entre sus libros más recientes con se encuentran: La audacia de las razas y géneros (2009); Trampas sexuales, género, raza y guerra (2007); y Contra el imperio (2004), publicados por Zed Press, Londres.
Para liberar a la mujer «occidental» hay que apoyar a las mujeres en todo el planeta para poner fin a la guerra contra los cuerpos de las mujeres. No lo entiendo. La administración Obama ha propuesto un « compromiso » en la Affordable Care Act (Ley de Asistencia Sanitaria Sostenible) que permite a la iglesia y a los grupos religiosos excluir la contracepción del seguro que ofrecen a sus empleados. A cambio, las compañías de seguros deben cubrir el coste. ( El funcionamiento no está nada claro). Creía que esto ya estaba resuelto y que las mujeres, especialmente las jóvenes, habían votado masivamente a Obama porqué las apoyaba a ellas y a sus derechos sexuales. Obama se puso del lado de las mujeres contra la « guerra » que los republicanos lanzaron contra nosotras. ¿Por qué volvemos a ello con el lobo vestido de cordero? La frase « guerra a las mujeres » la escogieron en parte las activistas de los derechos reproductivos para describir los continuos ataques republicanos contra el derecho de las mujeres al aborto y a la asistencia sanitaria en general. Después de las elecciones de mitad de legislatura se iniciaron más de 1.100 disposiciones para restringir el acceso de las mujeres al aborto a nivel estatal.
En Virginia, Iowa, Missouri, Pennsylvania, Mississippi y Alabama se discutió si debían seguir siendo obligatorias las ecografías. Los obispos católicos lideraron un ataque a las disposiciones de asistencia sanitaria de la Affordable Care Act que permite que los anticonceptivos sean pagados por las compañías de seguros. Darrell Isa convocó un panel formado exclusivamente por hombres para considerar la validez de las disposiciones sobre anticonceptivos.
No se permitió a la estudiante de Georgetown, Sandra Fluke, que hablara ante el panel. Rush Limbaugh la llamó furcia y prostituta e insinuó que los anticonceptivos solo son útiles para aquellas mujeres que lo único que quieren es más sexo. El Fondo Federal para la Planificación Familiar fue, una vez más, carne de cañón para las activistas de derechas anti-aborto, que llegaron a invadir la conocida Fundación Komen para el cáncer de mama, dedicada a la salud femenina.
La mayoría de las mujeres en los Estados Unidos utilizan actualmente la contracepción, la han utilizado en el pasado, o planean hacerlo en el futuro. Aunque las cifras siempre son discutibles, algunos estudio demuestran que hasta un 95% de católicas han utilizado algún tipo de control de la concepción en algún momento de su vida. ¿Qué sucede entonces?
Guerras (religiosas) contra las mujeres
Los progresistas, especialmente mujeres de todos los colores, estuvieron en contra de la “guerra a las mujeres” republicana en las elecciones del 2012 y votaron a favor de sus derechos sexuales / corporales. Ello supone la condena de los credos religiosos patriarcales y misóginos. Por lo tanto parece ofensivo que la “libertad religiosa” se utilice como un comodín en la denegación de la gratuidad del control de la concepción para las mujeres norteamericanas. Es una negación directa de los derechos de las mujeres a su propia sexualidad en tanto que derecho humano / civil. La libertad de religión se deriva de la primera enmienda de la Constitución. Lo significa simplemente que no se puede prohibir el libre ejercicio de la religión. No significa que las creencias particulares de una religión sean adoptadas por el estado; o que la religión goce de un “estatus especial” por encima de otros derechos; o que se la privilegie prioritariamente de manera automática con respecto a otros criterios; o que sus anticuados códigos patriarcales sean aceptados sin discusión. Estoy completamente a favor de la libertad para todas las religiones siempre y cuando no ejerzan su influencia y poder en los dominios público y privado que permiten la libre disposición sexual y los derechos de las mujeres.
Encuentro profundamente inquietante el inclinarse automáticamente ante la “religión”.
Conduce a la capitulación y no al acuerdo negociado. Negociar supone un terreno de juego igualitario. Resulta interesante que los líderes religiosos occidentales se muestren tan dispuestos a denunciar la opresión religiosa de las mujeres en otras partes – en Afganistán, en Argelia o en Egipto. Pero, aunque hay violaciones llamativas en esos lugares, la opresión religiosa de las mujeres existe también y mucho, con sus propias formas, aquí y ahora. Continuo preguntándome ¿cuales son exactamente esos “criterios religiosas” que permiten un derecho de veto en este caso? El hecho de que solo unos pocos parecen sentir la necesidad de explicar en concreto el porqué es más problemático que cualquier otra razón.
¿Qué es exactamente una “objeción religiosa” al control de la natalidad? ¿Qué el sexo es fornicación? ¿ O que las mujeres solamente deberían tener relaciones sexuales para tener hijos? No es sorprendente que se escoja el silencio en vez de dar explicaciones. Las mujeres, muchas de ellas religiosas, practican la contracepción. Necesitan que se reconozca.
Quiero llamar la atención a que se asuma que los dogmas religiosos tienen prioridad – por anticuados y anacrónicos que sean. En su mayor parte la religión en sí misma es una normalización del privilegio jerárquico patriarcal. Preguntemos a Eva. Reconocer que la prioridad de la religión es inclinarse ante ella. Hay poca esperanza democrática para los estados laicos que niegan la tensión constante entre los dos dominios, civil y religioso.
Además, no tiene mucho sentido inclinarse ante el credo oficial de la iglesia cuando, de todas formas, las mujeres que utilizan la contracepción lo ignoran. Las mujeres son grey y parte activa en todas las iglesias y necesitan ser reconocidas como tales. El compromiso sobre contracepción y control de natalidad que propone la Administración Obama no tiene en cuenta el hecho de que las mujeres religiosas ignoran en sus prácticas privadas los dogmas y normas de sus iglesias. La misoginia patriarcal niega los derechos sexuales que tienen las mujeres respecto a sus cuerpos para practicar la contracepción. El principio de separación del Estado y la iglesia requiere / necesita el reconocimiento formal de los derechos sexuales y que se ponga limites a la pretensión religiosa de controlar y dictaminar sobre los cuerpos femeninos.
Hay muchas mujeres religiosas en los Estados Unidos y también en los países islámicos que creen que sus textos – la Biblia o el Corán – pueden y deben ser interpretados en términos de igualdad sexual. Así pues ¿quién interpreta los textos y quien es reconocido como Iglesia per se? La misma iglesia (católica) que no quiso ver los casos de pedofilia y de abuso sexual de miles de niños durante décadas, no puede pretender legislar sobre las prácticas sexuales de mujeres y chicas. En lugar de deferencia a la iglesia, lo que senecesita es un cuestionamiento en profundidad y desafíar los privilegios religiosos.
También hay que señalar que los cuerpos femeninos – tanto esclavos como libres – no era precisamente lo que más preocupase a los Padres Fundadores, que eran unos viejos machos blancos. La separación entre iglesia y estado fue diseñada como una división que no reconocía que quedaban fuera de ella raza y género, lo que no impidió la reinterpretación y expansión del significado de ciudadanía. Desde sus reflexiones iniciales se han hecho / interpretado / ampliado enormemente los derechos legales de la gente de todos los colores y de las mujeres. La petición de reconocimiento de los derechos sexuales es una parte legítima de esta historia.
¿Qué quería decirse con la frase “libertad de religión”? Los Padres Fundadores obviamente no tenían en mente “las señoras” de cualquier color cuando la definieron. Esta es la razón por la que no creo que se pueda interpretar solo literalmente de manera construccionista la constitución o cualquier doctrina (religiosa). Los nuevos contextos y necesidades cambian continuamente y exigen reinterpretar las nuevas posibilidades. La doctrina estática tiene siempre necesidad de ser repensada.
Libertad de / para los cuerpos sexuales
La palabra “mujer” – que ha sido una némesis de feminismo y también de su gloriosa idea de una colectividad – es a la vez demasiado y poco inclusiva en esta guerra de palabras y hechos. No son las mujeres jóvenes y solteras en particular las que están bajo acecho, sinó también todas las mujeres: casadas y solteras, mujeres de todos los colores activas sexualmente y especialmente las mujeres pobres, y las mujeres que ya han tenido los hijosque han escogido tener. Si el feminismo de cualquier tipo importa en esta instancia es porque mujeres y chicas tienen que decidir respecto a sus cuerpos por sí mismas, de manera independiente. Pero los republicanos evaden este debate y en su lugar mientras avanzan una posición antigubernamental respecto a la asistencia sanitaria, priorizan proteger contra cualquier intrusión su propio modelo de familia. “La” iglesia y los grupos “religiosos” fingen sentirse ultrajados ante el mero pensamiento del sexo, no digamos ya de los derechos sexuales. Así pues, aquí lo tenemos: la libertad de/para la religión no tiene nada que ver con mi cuerpo o el cuerpo de mi hija o el de cualquier otra mujer o chica ni con lo que ella haga con él. Los anticonceptivos son un derecho de la mujer a controlar su cuerpo. La libertad de religión significa que eres libre para elegir y practicar la religión que quieras, si quieres, pero no significa que debas tener un punto de vista particular respecto a la integridad corporal de la persona. El reembolso de los anticonceptivos es mi derecho si lo escojo. En un estado laico tengo derecho a elegir libremente lo que mi cuerpo necesita y esto significa que necesito tener la capacidad de/para hacer mi elección. La Affordable Health Act debería garantizarlo.
La clara distinción entre público y privado; político y religioso; iglesia y estado; secular y religioso, nunca se mantiene. Sus dominios nunca están separados, pero son distintos y diferentes y necesitan de una negociación cuidadosa y de una redefinición. Si desde el principio el estado se inclina ante la religión, al mismo tiempo que disimula y guarda distancias, no augura nada bueno para los derechos de las mujeres o su libertad sexual. Los cuerpos femeninos son el canario en la mina. Si se permite que las prácticas misóginas sean normalizadas políticamente, reaparecen en forma laica y destruyen la posibilidad de derechos sexuales democráticos para las mujeres.
Hay una política del sexo porque lo personal es político. Para liberar autenticamente a la mujer “occidental”, hay que apoyar a las mujeres aquí en los USA y en la Plaza Tahrir de El Cairo y en las calles de Delhi y a través de todo el planeta para poner fina la guerra contra los cuerpos de las mujeres.
Y no hay compromiso que valga.