Retornamos a Agora 21, especialmente por el aliento de los amigos, y de algunas personas que evidentemente "nos quieren bien"… Retornamos, entonces, con este ensayo –lúcido en todo sentido- de Juan Carlos Nicolau que nos premia con la posibilidad de compartir su pensamiento. ¡Qué les aproveche!
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"LO ARGENTINO" ENTRE
REVOLUCIONES Y FUSTRACIONES.
REVOLUCIONES Y FUSTRACIONES.
La celebración del Bicentenario Argentino, tomando éste como nacimiento de nuestra nacionalidad, debería considerar como fecha de partida la invasión de nuestro país por Gran Bretaña, en 1807/1808, ya que ésta, al decir de Esteban Echeverría hizo que los criollos tomaran conciencia de su realidad política. En buena medida la denominada Revolución de Mayo fue la culminación de aquel suceso, iniciando el trayecto hacia la independencia.
Nuestra historia como nación, reciente y lejana, está pavimentada de profundos desaciertos producto de divergencias internas, políticas, sociales, económicas y culturales. Los frutos cosechados han sido y son la destrucción de las instituciones civiles, el exilio y la muerte de los ciudadanos opositores en cada circunstancia.
Tomando partido alternativamente como porteños o provincianos, unitarios o federales, librecambistas o proteccionistas, nacionalistas o extranjerizantes, siempre se asumen posiciones tajantes donde no hay resquicio para la ecuanimidad, para el balance de opiniones. La pasión es llevada hasta los últimos extremos y la ceguera es total.
Luego de la declaración de la independencia, es posible jactarse de haber librado escasas guerras con los países limítrofes y esta circunstancia otorgaría patente de pacifistas. Los argentinos dicen muy ufanos que sus diferencias con sus vecinos las hemos resuelto por la conciliación y el arbritraje. Es verdad, pero por incapacidad diplomatica, ésta no ha brindado grandes éxitos para evitar el desmenbramiento del territorio colonizado por los españoles.
Ese mentado pacifismo, uno de los tantos mitos argentinos, desaparece cuando se observa lo ocurrido en el desenvolvimiento de las instituciones civiles. La política interior argentina es una muestra horrenda de sangre y luto desde el origen de la nacionalidad. Para el vencido nunca hubo misericordia. El exilio sin posibilidades de retorno, o la muerte. Es posible dudar que existan países que hayan repatriado tantos restos de hombres ilustres.
Los argentinos son violentos. Carecen de virtudes para resolver sus problemas sociales con civilidad, con urbanidad, con mesura. Los hechos históricos lo demuestran.
Poco tiempo después de constituida la Junta de Mayo, para reemplazar el poder colonial, el 5 de abril de 1811, se produjó la primera revuelta o "asonada" contra el gobierno; en octubre del año siguiente, una revolución militar encabezada por San Martín, Zapiola y Alvear depuso a las autoridades vigentes; el 30 de enero de 1815, el ejército del Norte se rebela contra el Director Supremo y el ejército comandado por Alvarez Thomas en Fontezuelas lo derrota y destituye al frente del Directorio.
Con el propósito de no agobiar al lector, basta recordar brevemente que el gobernador Manuel Dorrego, elegido por la Sala de Representantes, que detentaba el poder real, fue fusilado por Juan Galo de Lavalle, y Juan Manuel de Rosas, reiteradamente avalado en su cargo de gobernador por los Representantes fue depuesto por el federal Justo José de Urquiza, en la denominada batalla de Caseros. Sucesos históricos que denuncian el reiterado abandono del ejercicio de la democracia. En resumen luego de un siglo (1810-1910) los argentinos llegaron a formalizar una nación mediante una guerra de la independencia y sucesivas guerras civiles, quizá más cruentas que aquella, que ocuparon la mayor parte de este período, llegando finalmente a redactar una constitución nacional, bajo el sistema federal en la letra, pero unitaria en su concreción enmultiples hechos posteriores. Sarmiento señaló esta dicotomía diciendo: "soy porteño en las provincias y provinciano en la capital".
No es por accidente que después de Mayo transcurrió medio siglo, para lograr acordar en una Constitución y debieron transcurrir treinta años más, para definir una ciudad Capital de la República, donde debía recidir el Poder Ejecutivo Nacional. El tiempo transcurrido demostró ser un grave error al haber elegido esa ubicación geográfica, que daba espaldas al país en su mayor parte, para mirar desde Buenos Aires a Europa, pese a las sensatas críticas que tuvieron lugar al tiempo de discutir este problema. De más está decir que la lógica ubicación del gobierno nacional debió de ser un lugar central que facilitara el acceso a todos los habitantes de sus diferentes regiones.
Recien en el siglo XX, la instauración del voto secreto y obligatorio condujo a la elección de un presidente dentro del marco de "la democracia representantiva", lejos de ser el gobierno del pueblo por el pueblo para el pueblo. Sin embargo, a lo largo de ese período solo fueron elegidos democraticamente cinco o seis presidentes (1), algunos de los cuales, continuando la antigua tradición, fueron destituidos por revoluciones. En resumen habría que concluir que los argentinos no saben ejercer la democracia representativa, mientras otros países americanos han ejercido sus derechos respetando las instituciones civiles.
Giovani Papini, un escritor italiano, que supo transitar todas las ideologías definio a la Argentina como "Gran país de la América del Sur … Está poblado de vacas, de bueyes, de novillos, de gauchos, de generales y de políticos democráticos" (2).
Hoy el país tiene una población estimada en 40 millones de habitantes, pero el número de animales vacunos es superior (3). Después de un siglo es un resultado desolador.
La política es el arte de lo posible, asi lo aseguran algunos pensadores o politólogos en la jerga moderna, sin embargo los argentinos desconocen este arte y suelen recurrir para zanjar sus diferencias entre ellos a la violencia y la destrucción, lugares transitados en forma reiterada.
En este bicentenario, quizá, se puedan festejar muchos acontecimientos que han ocurrido en la vida de la nación, pero ciertamente el ejercicio de la democracia, como forma de gobierno, es un deber incumplido. Sería deseable que nuevas generaciones tomaran ejemplo de estos hechos que hacen a nuestra historia y la Argentina tomara un rumbo que la consolidara como nación democratica y organica en sus instituciones de toda índole. Tiene todas las condiciones materiales para lograrlo pero carece de una clase dirigente que la conduzca hacia un futuro de prosperidad para sus habitantes.
J. C. Nicolau – julio 2008.
1-Irigoyen, Alvear, Perón, Frondizi, Menem, De la Rua.
2- Giovani Papini – Diccionario del Hombre Salvaje. Ediciones Modernas s/f.
3- El censo de 2000 indica la existencia de ganado vacuno en 48.674.400 animales.