Un imperio de papel y tinta china
Fue un 4 de setiembre, pero en 1957, que llegaba a los kioscos Hora Cero Semanal, una revista que marcó una breve edad dorada para la historieta argentina. A través de la textura de sus paginas, aún reconocibles en el recuerdo, se forjó el imaginario de una generación de "argentinitos".
Como enunció André Malraux (según la introducción de "Las ciudades"), Buenos Aires es "la capital de un imperio imaginario", es decir de un país que dio al mundo las historietas más memorables.
Aparte de esta intruducción a una serie de novedades, publicamos, dos trabajos debidos a la pluma de Rosa Raydán y de Víctor García Costa. En el primero de estos textos estudiaremos un perfil revolucionario de Mafalda de Quino y sus 43 años de vida. En el segúndo se repasará la historia –compleja y muy argentina- del indio Patoruzú, la polémica y siempre exitosa creación de Dante Quinterno.
DATOS BIBLIOGRAFICOS SOBRE
LAS HISTORIA DE LA HISTORIETA ARGENTINA
Nuevas reediciones de reediciones, de estas formas literarias de papel y tinta china, vuelven a los quioscos y librerias. Algunos grupos de entusiastas del genero han comenzado a trabajar, en varias capitales de provincias, por lograr que durante este mes se retome el habito de la historieta como placer de lectura.
Toman como referencia la fecha y el mes por las páginas de Hora Cero Semanal. Aquella mítica publicación apareció por estas fechas anuales y al frecuentar las viejas ediciones se pueden encontrar excelentes trabajos de imaginación. Algunos con guiones de Héctor G. Oesterheld y otros importantes escritores del género. También los chicos de aquella época –muchos de nosotros-, pudieron vivir un lejano oeste (que se suponía parecido a nuestro campo) junto a Randall the Killer (con dibujos de Arturo del Castillo). Allí descubrimos las amargas historias de guerra de Ernie Pike (dibujadas por Hugo Pratt) y otros se vieron envueltos en una aventura como no habían visto nunca, en parte bélica, en parte ciencia-ficción y que ocurría a la vuelta de la esquina. El título de esa historieta -que dibujaba con lujo de detalles Francisco Solano López- era El Eternauta. Hoy ese ícono de la cultura popular de nuestro país cuenta con constantes reediciones. Esto demuestra, como es razonable pensar, que su influencia en la imaginación de los argentinos aún no ha cesado.
Una historia de edición nacional.
Pero este no es el único ejemplo, la historia se remonta más atrás en el tiempo. Así lo presenta, por ejemplo, el libro La historieta argentina: una historia de Judith Gociol y Diego Rosemberg con prólogo de Pablo De Santis. El mismo fue editado en Buenos Aires por Ediciones de la Flor. Este hermoso libro —dice uno de sus comentaristas— es una de las contribuciones más valiosas que se han realizado en el país sobre nuestra historieta está dividido en dos partes bien diferenciadas: "Cronologías" y "Genealogías".
"Cronologías", cuya extensión es de sólo cuarenta y una páginas, condensa la historia de los cuadritos nacionales con precisión y síntesis, y sirve de marco de referencia para que el lector acuda a ella en cualquier momento. Se divide en nueve décadas (del 10 al 90) y parte del nacimiento bastardo del comic: el Yellow Kid (1893), de Outcault. Un aporte enriquecedor lo constituyen las constantes alusiones a historietas, dibujantes y guionistas de otras nacionalidades, de manera que esta obra también contiene en su interior una suerte de compendio de la historieta universal.
Las "Genealogías" son veinte y responden, para Gociol y Rosemberg, a "una clasificación —también arbitraria y discutible— que permite hacer conexiones a lo largo del tiempo". Como señala Pablo De Santis en su brillante prólogo, aquí "El personaje aparece antes que el guionista, el dibujante o las peripecias editoriales". Esta parte es la más vital y creativa del libro, pues se puede empezar por un tema como "Los cowboys" y seguir con "Las mujeres" o "Los sicarios", como si se estuviera consultando un diccionario.
Una dificultad crítica es reseñar estas "Genealogías", pues son tan apasionantes que habría que reproducir la mayor parte del ensayo. Así, en "Los animales" nos encontramos con el humor de Clemente y de Diógenes y el linyera, y desde allí podemos saltar a "Las ciudades" y las audaces y misteriosas geometrías de Parque Chas. O del desopilante Cazador en "Los héroes y superhéroes" a un atormentado y solitario Alack Sinner en "Los detectives". En el "Índice Onomástico", que se incluye al final del libro, se mencionan a más de setecientos personajes.
Otro de los méritos que deben señalarse es la excelencia del abundante material gráfico que ofrece La historieta argentina y los acertados comentarios que se vierten sobre los rasgos estilísticos de los dibujantes. Los autores han concretado un estupendo y concienzudo trabajo de investigación, apuntalado por las numerosas citas y los valiosos testimonios que acompañan al texto.
Este libro depara un auténtico placer visual y una rotunda emoción nostálgica, y puede leerse con el mismo placer con que se leían aquellos famosos Libro de Oro de Patoruzú o los emblemáticos El Libro de Fierro.
¿Tendremos un Día de la Historieta Argentina?
Pero no todo pasa por el papel impreso. Hace aproximadamente un año atrás un grupo de amigos de Argentina tuvo la idea de elegir un día para celebrar, homenajear y compartir el arte que más disfrutaban: la historieta. Enseguida formaron la Comisión Pro Día de la Historieta (C.P.D.H.) cuya misión era encontrar la fecha significativa en que se celebraría el Día de la Historieta.
Encontramos que Celebrar el Día de la Historieta significará –como ellos dicen- tratar de invocar ese momento dorado de creación y de pasión. "A partir de este año, cada 4 de septiembre será el día ideal para regalar historietas (todo tipo de historietas), paraadornar comiquerías y kioscos, para buscar con nuestra imaginación nuevas formas de un arte que nos gusta disfrutar y también compartir."La Comisión Pro Día de la Historieta (C.P.D.H.) –que se reunió en distintas comiquerías de la Capital- es un grupo de amigos que siente pasión por el Noveno Arte, dentro del cual hay periodistas, educadores, artistas, editores, comerciantes, pero sobre todo lectores. Su finalidad es concretar para setiembre del año que viene el Día de la Historieta. La idea es comenzar con un festejo anual que pueda volverse tradición y una posibilidad real de rescatar nuestros valores en ese género narrativo de creatividad y tinta china. Para ello trabajaron durante todo el mes que culmina, como decimos, para hacer posible una ilusión y un homenaje. (Juan Bazán)
MAFALDA CUMPLIÓ 42 AÑOS
Una revolucionaria más allá del lápiz y el papel
Por Rosa Raydán
Este 29 de septiembre cumplió 42 años una de las revolucionarias más encantadoras y famosas del mundo: Mafalda. Nacida en la efervescencia de los años 60, Mafalda es una creación del caricaturista argentino Joaquín Lavado, conocido en todo el mundo como Quino. Según opinan los expertos, con Mafalda, el género de la historieta pasó de lo social a lo psicológico.
Según relata el sitio www.clubcultura.com, cuando comenzó a dibujarse, Mafalda tenía seis años y en marzo siguiente ingresó al jardín de infantes. En los 10 años de la historia, aparentemente llegó hasta el tercero o cuarto grado.
Inicialmente, fue creada como imagen de una campaña publicitaria de electrodomésticos. Sin embargo, la fuerza del personaje condujo a Quino a seguirla dibujando. Su debut fue el 29 de septiembre de 1964 en Gregorio, un suplemento de humor.
Más tarde, Mafalda, sus padres, su clan de amiguitos y su tortuga Burocracia, se mudaron al periódico argentino Primera Plana. En 1965, la tira cambió nuevamente de domicilio y se estableció en el diario El Mundo hasta que éste cerró dos años después.
Esta mudanza se llevó a cabo cuando la mamá de Mafalda estaba embarazada de Guille. La historieta llegó a la revista Siete Días en 1968, con el bebé ya nacido. El 25 de junio de 1973, Quino dejó de dibujar las tiras de Mafalda.
Mafalda, la revolucionaria
Mafalda vivió momentos difíciles durante la dictadura militar argentina. En el 42 aniversario de la caricatura, Quino declaró que uno de los problemas que más sufrió durante su carrera como dibujante fue ese período de censura.
La situación le obligó a buscar maneras alternas para esquivar ese control. Muestra de ello es el caso de la aversión de Mafalda hacia la sopa, la cual, según el dibujante, era una metáfora del autoritarismo militar de derecha que vivía el país sureño, según señala el diario español El Mundo.
Desde el momento de su publicación, Mafalda se ganó la fama de ser un registro minucioso de la clase media argentina de los años 60 y de los episodios que resaltaban en el escenario mundial para el momento.
Sus amigos, Manolito, Felipe, Susanita, Libertad, e incluso su tortuga, Burocracia, fueron guiños hacia los estereotipos de Argentina y del mundo en el momento, retratando diferentes aspectos del género humano.
Mafalda retrató y opinó sobre eventos tales como la guerra de Vietnam, la carrera espacial, el movimiento tercermundista, el asesinato de Kennedy, los derechos humanos, el sexo, la represión, el psicoanálisis, el feminismo y la religión, entre otros muchos.
En ese sentido, uno de los juguetes preferidos de Mafalda era un globo terráqueo, al cual cuidaba como a un enfermo, lo abrigaba y hasta intentó mejorarlo con las cremas de belleza de su madre.
Una de sus frases célebres señala: "El mundo está malo, le duele el Asia".
Compartió su época con personajes tan diversos y célebres como el Che Guevara, Martin Luther King, U-Thant, Juan XXIII y Los Beatles, de quienes era fanática.
En su carta de presentación al dueño del semanario argentino Siete Días, la propia Mafalda comentó: "Los Beatles me gustan por que son muy alegres, están de acuerdo conmigo en muchas cosas, y tocan la música que nos gusta. Ellos deberían ser presidentes del mundo, porque tienen influencia sobre mucha gente de todos los países".
En esa misma carta, Mafalda dijo: "Sobre la paz tengo todos los días pruebas de que, por ahora, es un cuento. Aprovecho la publicación de esta cartita para enviar un saludo a U-Thant. El pobre secretario de la ONU tiene muy buenas intenciones y sería macanudo que le hicieran caso, pero... Pensando en él, comprendo mejor a papá y a mamá".
Tal fue la fama de Mafalda, que el famoso escritor rioplatense Julio Cortázar, al preguntársele sobre la tira cómica, dijo: "No tiene importancia lo que yo pienso de Mafalda. Lo importante es lo que Mafalda piensa de mí".
Por su parte, el escritor y filósofo italiano Humberto Eco comentó en cierta oportunidad: "Puesto que nuestros hijos se preparan para ser, por elección nuestra, una multitud de Mafaldas, no será imprudente tratar a Mafalda con el respeto que merece un personaje real". Asimismo, el Nobel de literatura colombiano, Gabriel García Márquez, aseguró años atrás: "Después de leer a Mafalda me di cuenta de que lo que te aproxima más a la felicidad es la quinoterapia".
Mafalda a los 40
Para 1973, la época en que finalizaba la historieta, el Canal 11 de Buenos Aires comenzó a transmitir una serie de cortos animados, producidos por Daniel Mallo, donde los personajes de Quino dialogaban.
Esto dio origen, posteriormente, a la película de Mafalda, la cual fue realizada en el año 1979 y estrenada en Argentina en el año 1981. El largometraje fue producido nuevamente por Daniel Mallo.
Se trataba de un montaje de los cortos hechos para la televisión, duraba 75 minutos, y en el año 1982 se estrenó en España con el nombre de El mundo de Mafalda.
Esos mismos dibujos animados, en el año 1985, son doblados al francés, y se transmiten en Francia, Bélgica, Luxemburgo y Canadá. Así lo informa el site www.todohistorietas.com.
Más recientemente, con el auge de los juegos de video, Mafalda es protagonista de un juego para PCs. Se trata de Mafalda Juegos Interactivos, un CD multimedia con software educativo para niños de 4 a 7 años.
El programa brinda una docena de entretenimientos que van desde los recreos mnemotécnicos hasta la identificación de letras y números con dos o tres niveles de dificultad.
Las tiras de Mafalda han sido traducida a más de 20 idiomas, y existen aproximadamente 10 libros con recopilaciones sobre sus tiras, las cuales se conocen en países de habla no hispana como Finlandia, Alemania, Portugal, Grecia, Holanda, Dinamarca, Noruega y Taiwán.
Según refirió la agencia AFP, para el 40 aniversario de la caricatura, se preparó una mega exposición en Palacio de Hielo de Buenos Aires. En ella, se mostró la trayectoria de Quino como caricaturista, la cual data de más de medio siglo.
Quino, quien reside en Madrid, España, se ha declarado en múltiples ocasiones sorprendido por la repercusión que han tenido sus dibujos en países tan diferentes a su país natal como Japón o Estados Unidos.
"Las tiras de Mafalda están sembradas de tópicos argentinos, y siempre me he preguntado cómo pueden entenderlas en otras culturas", aseguró Quino al diario El Mundo, de España.
Lo cierto es que con el paso del tiempo, esta historieta protagonizada por una niña rebelde y tierna, junto a su singular grupo de amigos, se ha convertido en objeto de culto, no sólo en su país natal sino en muchos países alrededor del planeta.
Por su parte, Mafalda, quien más de una vez dijo: "Paren al mundo, que me quiero bajar", dejó las historietas, con la promesa de tomar cartas en el asunto de las guerras.
"Cuando sea grande voy a ser traductora de la ONU. Pero cuando los embajadores se peleen voy a traducir todo lo contrario, para que se entiendan mejor y haya paz de una buena vez"
LA "GRAN HISTORIETA" DEL ARGENTINISMO
Para una nueva lectura de Patoruzú
Por Víctor O. García Costa
Cuando leí, en el número 226 de La Palabra de Ezeiza, un trabajo de Ana Currá titulado Patoruzú y el argentinismo, recordé que, por entonces hacía 5 años, en junio de 1994, la Revista Todo es Historia, que dirige Félix Luna, había publicado otro interesante trabajo de Ernesto Quiroga Micheo titulado Patoruzú, la historieta que ya es historia, dedicado, también, a esa antigua creación de Dante Raúl Quinterno con la que miles y miles de niños argentinos -y no tan niños- durante más de 60 años nos habíamos deleitado y, en alguna medida, formado -o deformado- nuestras ideas en torno de la vida y destino de los pueblos indígenas que habitaban estas tierras antes de la llegada de los conquistadores españoles y de los posteriores malones inversos de la llamada "Conquista del Desierto", personalizados en los descendientes de Patoruzec que, para mayor confusión de los pequeños lectores, nada tenía de argentino porque era de origen egipcio. Formulé entonces algunas observaciones que Todo es Historia publicó en el número siguiente y que cobraban actualidad ante el trabajo de Ana Currá.
Quién de nosotros -niños por entonces- no esperaba ansiosamente la salida de aquella publicación apaisada a la que llamabamos "el" Patoruzú y, más tarde, de esa otra denominada por nosotros "el" Patoruzito, cuyas aventuras, muchas veces -por falta de "chirolas"-, leíamos con avidez gracias a la generosidad del "diariero de la esquina" que nos las prestaba con el compromiso de devolverla "sin mancharla y sin doblarla" y que disfrutábamos con la siempre oportuna llegada salvadora de Patoruzú montado en el resoplante Pampero.
Pero los años desalojaron la ingenua simpleza del niño y la reemplazaron con la madurez del análisis, que normalmente trastoca la pasada felicidad infantil, seguramente como confirmación de aquél: "si quieres ser feliz, como me dices, no analices amigo... no analices".
En su trabajo, Quiroga Micheo señalaba algunas de las críticas que recibió el personaje, entre ellas las que le atribuyeron actitudes de racismo contra judíos y gitanos. Sin embargo en ese trabajo y después en el de Ana Currá se había pasado por alto lo que, a mi juicio, constituye el aspecto crítico fundamental de la historieta y de su personaje central.
Hacia junio de 1977, seguramente por razones económicas, los editores decretaron la desaparición de Patoruzú, hecho del que se ocuparon algunas revistas y periódicos.
Escribí entonces una nota titulada ( Huija!, que apareció en La Vanguardia (azul) editada clandestinamente durante la última dictadura militar, invitando a hacer una nueva lectura del Patoruzú. Señalé allí que el personaje, Patoruzú, había tenido una suerte extraña y muy distinta de la de sus hermanos de raza.
En tanto éstos habían sido arrojados de sus tierras, a pesar de haber desarrollado una lucha sin cuartel para defenderlas, Patoruzú había conseguido retenerlas y era dueño de miles de hectáreas. En tanto aquéllos habían muerto por millares, víctimas del plomo de la "civilización" ávida de tierras y ganancias, masacrados sin protesta apostólica, Patoruzú había sobrevivido y moriría más de 100 años después por un simple decreto de la empresa editorial. En tanto sus hermanos de raza seguían reclamando las tierras usurpadas -aún lo siguen haciendo- Patoruzú no sólo las poseía sino que, al uso y costumbre de nuestros grandes terratenientes, no vivía en su tierra sino que habitaba en un lujoso hotel, dueño de una fortuna incalculable.
Para colmo de males, un misógino Patoruzú no sólo convivía en la historieta, alegre y simbólicamente, con el coronel Cañones, conspicuo representante de quienes, en procura de aquella "civilización", habían avanzado sobre sus tierras masacrando a su pueblo con las armas, sino que protegía al sobrino del coronel, Isidoro Cañones, un mujeriego -cuestión en lo que podría ser perdonado-, jugador, tramposo, borracho y pendenciero que era el "ejemplo" para Upa, su hermano retrasado y panzón.
La invocación a José Hernández que hacía Currá omitía que en el Martín Fierro Hernández refleja el enfrentamiento del gaucho con el indio, al que llama "salvaje" e "infiel". Por sus ancestros egipcios, Patoruzú no fue de raza indígena. Y mucho menos fue gaucho. En rigor de verdad, no es arquetipo de argentinidad.
Nada de lo dicho resta al reconocimiento de las cualidades artísticas de su creador plasmadas a lo largo de extensa jornada, lo que ha merecido diversos homenajes, entre los que está la emisión de sellos postales conmemorativos y que, sin duda, darán lugar a nuevos reconocimientos cuando el 28 de octubre de 2008 se cumplan los 100 años de su nacimiento.
Se dirá que Patoruzú fue sólo una historieta pero, como "historieta" deriva de "historia", creemos que valía la pena, al menos, sumar al generoso reparto de "patacones" al que era proclive Patoruzú, alguna suerte de reivindicación para la raza indígena, sometida y usurpada.
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