Conciencia del crecimiento
Por Horacio García
Cuando seleccionaba, hace algunos años, fotos del archivo gráfico de la Fundación El Libro para montar una exposición en el hall central de la 30ª Feria, empecé a tomar conciencia de la evolución y el crecimiento que había tenido la Feria del Libro.
Las primeras fotos mostraban stands correctos pero modestos, pasillos con gente que caminaba con comodidad y algunas aglomeraciones frente al lugar en el que un autor firmaba sus libros. Todo esto, como se puede deducir, en el viejo predio situado en la intersección de las avenidas Figueroa Alcorta y Pueyrredón. Las últimas fotos, las de las ediciones más recientes, reflejaban una realidad totalmente distinta. El lugar de la exposición ya no es el mismo. Ahora el predio es mucho más grande. Los stands, mucho más amplios que los de antaño y con construcciones muy atractivas. Ahora se ven pasillos colmados de gente y colas de asistentes que aguardan el momento de ingresar en las distintas actividades que se desarrollan durante las tres semanas de la feria. Este crecimiento físico acompañó a otro que no se ve a simple vista, pero que se descubre si se introduce el tema en cualquier charla con gente relacionada de maneras diversas con el campo de la cultura.
La Feria se convirtió en un punto de referencia para miles de personas que la visitan o que, si no pueden hacerlo, siguen sus alternativas por los medios de comunicación. Es la caja de resonancia que refleja tendencias, temas y personajes que tendrán su importancia en el año. Su papel ha sido vital para la promoción del libro y de la lectura, porque los pone en primer plano durante casi tres semanas, en las que se sigue con atención qué escritor visitó la feria y qué temas se discutieron en tal o cual presentación o mesa redonda. Para muchos de los miles de alumnos que visitan la Feria del Libro con sus escuelas, es su primer contacto con este universo que se repite en pequeño en bibliotecas y librerías.
Tal vez algún libro comprado o sugerido en ese recorrido se convierta en la llave que abra la puerta de la lectura placentera, muy distinta de la obligatoria y a veces tediosa de la vida escolar. Desde el punto de vista de la industria editorial, son importantes las Jornadas profesionales que se desarrollan previamente a la apertura al público. Estas jornadas reciben a libreros, distribuidores y editores de distintos países, que realizan negocios que promocionan la presencia del libro argentino en los distintos mercados.
Debemos recordar que la población hispanohablante es de alrededor de 400 millones de personas, una gran ventaja para los editores que llegan a este público de manera directa, sin pasar por la traducción.
Los motivos que la han llevado a crecer y a tener este papel central son varios. Uno de relevancia creo que tiene que ver con una decisión firme y una certeza de la importancia de mantener en el tiempo este acontecimiento, a pesar de las crisis económicas y políticas que se sucedieron en la Argentina a lo largo de más de 30 años. Otro es incluir a todos los actores del sector, tratando de acentuar intereses comunes y dejar de lado las diferencias. En este momento participan de la organización editores, distribuidores, libreros, autores y gráficos en un pie de igualdad. Los expositores van de la pequeña empresa unipersonal a las más grandes editoriales nacionales o multinacionales, pasando por instituciones afines y representaciones de países y provincias.
La fidelidad del público ha sido clave para mantener vivo el fenómeno, que se logró tratando de que la oferta cubriera los requerimientos de todos en cuanto a temas, libros o autores. No sólo tienen su lugar en la Feria el autor consagrado y el tema masivo, sino también el joven escritor que comienza, o la mesa redonda que no agrupa a más de 50 personas, pero que quizá pocos años después se convierta en suceso.
Nuestra apuesta es que este año no sea diferente, que el público siga participando activamente, que varios autores reciban un impulso para seguir su obra y, una vez cerrada la Feria, este espíritu se traslade a las bibliotecas y a las librerías.
El autor es presidente de la Fundación El Libro
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