28 jul 2010

APUNTES DE JUAN BAZAN: ABUSOS SEXUALES

Apuntamos para quienes les interese el tema la reciente publicación del libro “Abusos sexuales en la Iglesia Católica” de Jorge Llistosella, colega y amigo en algún momento y durante la publicación del periódico Nuevo País, dirigido por Alberto Cognigni. Allí el colega se dedicaba a otros menesteres (columna deportiva), pero ahora Jorge Llistosella se embarcó en una tarea difícil: escribir un libro sobre los aberrantes y numerosos casos de abuso sexual perpetrados por sacerdotes en el seno de la Iglesia Católica Romana. La dificultad no radica en la falta de pruebas sino que al tratar este problema, muchos laicos y religiosos inocentes se sienten atacados en su Fe. Separar las aguas es una tarea delicada que Llistosella realiza con seriedad profesional en “Abusos sexuales en la Iglesia Católica” de Ediciones B.


Lucas D. González Monte, periodista de la agencia TELAM, comenta lo siguiente:
“Esa Iglesia que surge de estas páginas no es toda la Iglesia Católica, pero la habita. Está en su entraña y la infecta”, comenta con precisión el autor en el prologo. Esa tesis inicial puede ser rastreada a través de la cuidadosa compilación de casos, declaraciones y testimonios que se van replicando alrededor del mundo, porque este fenómeno no reconoce de fronteras. México, Estados Unidos, Irlanda, Polonia, Alemania y España son algunos mínimos ejemplos de este trabajo de investigación.

Los números son escalofriantes: “solo en los últimos cincuenta años, más de 8000 seminaristas, hermanos, frailes sacerdotes, obispos, cardenales y monjas de la iglesia han sido acusados como abusadores; por lo general, de personas del mismo sexo, y abrumadoramente en perjuicio de menores de edad”.

En el capítulo dedicado a la Argentina, se da cuenta del “caso Grassi” que sirvió como despertador de conciencia para muchos que veían en ese sacerdote “benefactor de niños” a un santo. Pero también allí se presenta una treintena de “prontuarios”, la mayoría de ellos desconocidos por la opinión pública.

Existe algo que vincula a la mayor parte de los casos: la reacción de la jerarquía es similar en todos los lugares del mundo. Se trata de mantener el “problema” dentro de los muros eclesiales, evitando alertar a las autoridades civiles, trasladando a los clérigos a otras diócesis alejadas, o confinándolos a monasterios y abadías, donde el silencio es parte de la norma.
El libro también analiza las actitudes de los dos últimos Papas respecto de estos temas. Si el cardenal Joseph Ratzinger se desempeñó como el “rottweiler de Dios” al ser nombrado como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santa Inquisición) y desde allí condenó a la Teología de la Liberación y a sus pensadores por difundir mensajes contrarios a la Iglesia; sobre el tema de la pederastia no se mostró tan predispuesto a ejercer su función, haciendo la vista gorda a las denuncias que llegaban a sus manos.

Llistosella recupera el caso “Hullermann” que cobró notoriedad por una nota del matutino The New York Times y que compromete a Ratzinger como encubridor, esta vez, cuando se desempeñaba como obispo de la arquidiócesis de Munich, hacia finales de la década de 1970.

Por estos últimos días, los medios han informado acerca del endurecimiento de las normas del Derecho Canónico. Las penas siguen pareciendo “módicas” al conocer el tenor de algunos de los casos que se transcriben en el libro de Llistosella.

Si estos delitos aberrantes son una enfermedad que vive dentro del cuerpo de la Iglesia, cabe preguntarse cuál es la causa y cuál es el tratamiento a seguir. Por lo pronto, el libro “Abusos sexuales en la Iglesia Católica” nos puede servir como un compendió de síntomas que hay que mirar con atención, evitando que el miedo y el silencio ganen la batalla.

Fuente: Información que circuló a través de la agencia Ecupress-Argentina.