Opinión de Jaime Richart sobre las derechas y la izquierda en España y el mundo
Me congratula leer a algunos articulistas en los medios impresos y a mucha gente ya en los alternativos, y verla multitudinariamente en la calle, cuatro años después, clamando contra los abyectos invasores de Afganistán e Irak. Pero ¡qué pocos, sobresalientes, dignatarios, responsables... fueron los que en su momento expresaron en voz alta su indignación y reaccionaron con rabia superados por las sorpresas mentirosas que día tras día los canallas americanos iban lanzando al mundo! Sin embargo, bastaba un mínimo de olfato y otro poco de intuición sobre cómo maniobra el Poder y qué clase de aberraciones puede llegar a cometer para satisfacerse.
Bush y Blair son dos canallas que personalizan los cósmicos intereses mundiales. Pero la demora en reaccionar de los gobiernos y de los medios del mundo es la causa cómplice de la muerte ya de más de un millón de seres humanos sin culpa y la devastación de dos países. Bush y Blair habrán de dar cuenta tarde o temprano ante un tribunal internacional. Pero 'nuestro' Aznar sólo ha dado la cara cínicamente después de irse, para ir proclamando de sala en sala de conferencias la superioridad de la ideología podrida neoliberal de las privatizaciones sin fin en detrimento de grandes masas de población marginadas. Hasta entonces, en la guerra de Irak, hizo el papel de humanitarista que por eso mismo se permitía el lujo de poner los pies encima de la misma mesa de Bush...
Desde casi el principio me las he tenido muy tiesas -no sé si esto sonará a jactancia- con un puntal de El País, Andrés Ortega Klein, columnista habitual de los lunes, nieto de Ortega y Gasset y en general imparcial. Pero cauteloso sobre todo. Cauteloso, porque no está con los neocons pero tampoco abiertamente contra ellos. El se diría objetivo, equidistante, como todo periodista de bien. Pero no es así. El espíritu de cada periódico no 'puede' ser ecléctico pese a que todos los rotativos del planeta se declaren independientes. Simple y llanamente porque han de tomar partido, porque quienes son dueños de los medios son dueños de las conciencias de sus periodistas y de las de sus lectores. Y los dueños de los medios en cada país son a su vez esclavos de los dueños del dinero financiero y del Poder mundial hoy inequívocamente concentrado en manos anglosajonas.}Decía que me las he tenido muy tiesas porque reproché desde el principio al rotativo y a todos sus parientes periodísticos norteamericanos y atlantistas, que tolerasen lo que para cualquier observador que no estuviese dormido ni lo fingiese, era una colosal impostura, un preparado a la carta que al final culminaba en genocidio. Pero callaron como putas de las de antes. Lo veía así todo el que no tuviera intereses financieros, ni políticos, ni ideológicos en este desgraciado asunto.
Lo que quiere decir en roman paladino, que su periódico y otros tuvieron que recibir cientos de artículos expresando rotundas repulsas a aquel secuestro de la ONU por parte de los neocons, contra aquello que la ridícula 'Comunidad Internacional', abanderada por Bush, Rumfsfeld, Powell, Cheney... atenazó por muchos meses al globo. Título éste, el de 'Comunidad internacional' que se enfrentaba a la ONU, siguiendo instrucciones de sus think tanks de llamar así a una pequeña recua de países recién desmembrados de la antigua URSS, además de la España de Aznar y Polonia que arropaban a los canallas. Pero no publicaron los artículos enviados...
Ortega me invitó incluso a un acto litúrgico en la Asociación de la Prensa en el año 2003. Un acto del que tuve que ausentarme pronto, asqueado, por las ambiguas frases del presidente de la revista Foreign Policy, Moisés Naím, en su intervención, y no digamos por las descaradas y mentirosas reflexiones de la entonces abominable ministra de Exteriores, Ana Palacio, que avalaban la abominación que se estaba cometiendo en Oriente Medio en aquellos momentos. Aquello fue un aquelarre de la causa neoliberal, con el consentimiento, sino el beneplácito, de todos los postineros circunstantes que pasaban por ser buenos e inteligentes periodistas de pensamiento recto. Pero, curiosamente, había de todo. Un contubernio extraño de representantes de la derecha e izquierda oficiales mezcladas en perfecta armonía y entendimiento, para cohonestar las aberraciones del imperio.Pero decía que ahora no hay bien nacido que no haga llegar hasta los últimos confines de la tierra su repugnancia por la guerra y la depredación que no acaban.
Y los periódicos, incluido El País, van dando entrada a articulistas que ponen las cosas en su sitio, que es tanto como decir que sitúan en el ámbito criminógeno que les corresponde a todos esos desechos humanos que son los politicastros al frente de sus países; unos todavía en funciones, y otro, 'nuestro' canalla nacional, paseando su cínica figura y charlatanería por esos mundos de Dios...Sin embargo, mi primer artículo, 'Yo acuso' sobre el asunto, lo publiqué en abril del 2003. No sólo tuve que soportar los improperios y amenazas de los fascistas. Hube también de hacer frente a acusaciones de visionario, de conspirador y de conspirapanoide para arriba de quienes se decían de izquierda. No es que los periódicos y el mismo Solana al frente de la OTAN viesen sólo armas de destrucción masiva en una foto de prestidigitador que exhibió Collin Powell. No.
Es que muchos de los que pasaban por izquierda en los medios alternativos bramaron contra mí por aquel artículo. Unas reflexiones que no pasaban de sostener más que una tesis o una hipótesis desde la observación de un hombre del campo. Nada que no fuesen apuntamientos sobre la sospecha que arrojaba lo sucedido el 11 de setiembre de 2001 en el WTC, refrendado después documentadamente por Thierry Meyssan, director de la Réseau Voltaire. Algo que hoy supera en credibilidad a la confesión montada del pakistaní juzgado en Guatánamo que se atribuye la autoría del 11-S.Es lamentable que despierte tan tarde toda esa caterva de oportunistas que, en la vida oficial de todas clases, está al acecho del caído para hacer de él también leña.
Como es el caso actualmente de los que se revuelven contra Bush. Un Bush que tiene los meses contados y no volveremos a saber nunca nada más de él cuando se vaya de rositas. Pero mucho más lamentable es que personajes de la izquierda voluntariosa y despejada se dejen tan facilonamente embaucar por la vara del ilusionista pese a saber perfectamente que el Poder de hecho y de derecho no hace más que usarla cada día y especialmente en los acontecimientos cuya magnitud, alcance e intenciones se puede apreciar a través de una mínima reflexión. Como es el caso de aquel nefasto 11 de setiembre organizado -no me desdigo ni en una sola coma- por los mismos que llevaron la destrucción y la muerte a los dos países asiáticos, y que han metido a partir de entonces en un puño al resto del mundo. Ahora, después de tanto sufrimiento por el placer y la ambición de unos cuantos, desperezan algunos que debieron estar en primera línea de enfrentamiento moral y político y mediático. Como el fiscal de la Corte Penal Internacional de La Haya.Ya sé que muchos se movilizaron y salieron a la calle entonces. Precisamente Andrés Ortega presume ahora de que su periódico ha estado 'siempre' contra la guerra'. Debe ser por algún editorial ambiguo y por la profusa publicación de fotografías de las muchedumbres con pancartas de 'No a la guerra' en aquellas fechas. Pero individualmente, personalmente, no recuerdo en estos cuatro años nada valiente que me haya llamado la atención hasta el artículo de Adolfo García Ortega Decir lo que se piensa, publicado en El País el 26 de febrero pasado.
Hasta esa fecha todo han sido vacilantes y guiñosos artículos, incluidos los editoriales de los periódicos aleccionados convenientemente por los dueños de las agencias de noticias y por los delegados-figurantes de los rotativos en cada país. Y ahora mismo, como ya expresé ayer en mis comentarios sobre las manifestaciones contra la guerra, se sigue contestanto a este abominable atraco a la humanidad con una actitud semifolclórica. Hora es ya de despertar de una vez. Los periódicos no van a dar el paso definitivo contra los impostores, ladrones y criminales principales.
La izquierda verdadera, ésta que bulle en los medios alternativos, no debiera gastar sus energías acusando a los anglosajones metiendo en el mismo saco a Aznar. A Aznar hay que darle de comer aparte. Está entre nosotros, sigue influyendo entre nosotros. Es el principal enemigo del Estado socialista pagado por el Estado que somos todos. ¡A por él, con la palabra!, como dicen cada dos por tres otros y otras periodistas cuando menos motivo hay para otras persecuciones sin fundamento...
Jaime Richart (especial para ARGENPRESS.info) - Fecha publicación: 19/03/2007.
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