16 jul 2006

JORGE LUIS BORGES EN LA REVISTA SUR

Una pedagogia de odio

Las exhibiciones de odio pueden ser más obscenas y degradantes que las del apetito carnal. Y desafío a todos los amateurs de las estampas eróticas a que me muestren alguna más vil que cualquiera de las veintidós que componen el libro para niños Trau keinen Fuchs aut gruener Heid und keinem Jud bei seinem eid, ("no confíes en un zorro en una pradera verde, ni tampoco en un judío cuando promete algo") cuya cuarta edición está pululando en Baviera luego de tres primeras de 51.000 ejemplares cada una se hayan agotado. Su objeto es inculcar en los niños del Tercer Reich la desconfianza y la abominación al judío.Se trata, pues, de un curso de ejercicios de odio. En este curso colaboran el verso (ya conocemos las virtudes mnemotécnicas de la rima) y el grabado en colores (ya conocemos la eficacia de las imágenes).Interrogo una página cualquiera: la número cinco. Doy allí, no sin justificada perplejidad, con este poema didáctico: El alemán es un hombre altivo / que sabe trabajar y pelear / por lo mismo que es tan hermoso y emprendedor / es que lo odia el judío. Después nos recibe una cuarteta, no menos informativa y explícita: He aquí el judío – quien no lo reconoce / el sinverguenza mas grande de todo el reino / El se figura que es lindísimo/ y es horrible….Los grabados son todavía más astutos. El alemán es invariablemente un atleta escandinavo de 18 años, rápidamente caracterizado como un obrero. El judío es un turco plutócrata, amulatado, obeso y cincuentón. Este libro lo presenta barbudo, oscuro hasta la mulatez, para que sea el reverso de la hermosa bestia rubia.Otro grabado nos exhibe al judío como un enano lujurioso, que intenta seducir con un collar a una mujercita germánica. El siguiente, la acre recriminación del padre de la hija que acepta los regalos y promesas de Salomón Rosenfeld, que de seguro no la hará su mujer. Otro muestra la hediondez y la negligencia de los carniceros judíos, pese a que como es muy conocido las matanzas rituales exigen extremar las condiciones higiénicas. Otro, la desventaja de dejarse estafar por un abogado judío, que solicita a sus clientes un tributo incesante de huevos frescos, carne de ternera y grandes cantidades de harina. Al cabo de un año sus clientes han perdido el proceso pero el abogado pesa ya más de 120 kilos. Otro grabado, terrible: el alivio de los niños cuando son expulsados sus profesores judíos: ¡Queremos un maestro alemán! gritan en el dibujo los escolares. Un alegre maestro que sepa jugar con nosotros pero que mantenga la disciplina y el orden. Queremos un maestro alemán que nos devuelva la sensatez. Y es difícil no compartir este último anhelo: que vuelva la sensatez a Alemania.¿Qué opinar de un libro tan abominable como este? A mí personalmente me indigna menos por Israel que por la mismísima Alemania, menos por la injuriada y perseguida comunidad que por la injuriosa Nación. Es que ignoro realmente si el mundo puede llegar a prescindir de la tan maravillosa cultura alemana, a la que tan bochornosamente la están corrompiendo y aniquilando con estas enseñanzas de odio.

Jorge Luis Borges
SUR, Abril de 1937

Nota: Este texto –de nuestros papeles recobrados-, sugiere una dura crítica del Maestro a una situación que fue contemporánea en su tiempo. Nos llamó la atención ya que muchos de estos elementos sobreviven, no sólo en los aparatos ideológicos explicitos de la actualidad, sino que en mucha narrativa, en la información periodística cotidiana y, fundamentalmente, en el gran aparato mediático de la industria del cine y de la televisión que se consume masivamente. ¿Se trata de los mismos fines denunciados en los últimos parrafos? ¿Es en la cultura y en nuestras mentes dónde se sedimentan estas pedagogias del odio? Cada uno a sus propias reflexiones: pero no olvidemos, los medios actuales son infinitamente más sutiles y más efectivos que en aquellos tiempos. ¿Qué se puede pensar que lograrán ahora que sabemos lo que produjo aquella prédica? (J.B.)

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