Influencia del economismo asturiano en
el pensamiento de Manuel Belgrano.
Este es un trabajo que muchos estudiosos deben tener en cuenta. Se trata de un aspecto muy poco conocido y que el historiador García Costa pone en el tapete para la polémica y la discusión que seguramente ha de engrandecer la memoria de uno de los proceres más importantes de nuestra historia nacional.
En el proceso de influencia del economismo y liberalismo asturianos en el Río de la Plata, hay algunos hitos fundamentales: Fray Benito Jerónimo Feijóo (1676-1764), que era gallego de nacimiento pero pasó su vida en el Convento Benedictino de Oviedo, con sus Cartas eruditas y su Teatro crítico universal (1726-1760). El ya citado José del Campillo y Cosio con su Nuevo sistema de gobierno económico para la América... (1793), Gaspar Melchor de Jovellanos con su Informe en el expediente sobre la Ley Agraria (1794), Alvaro Flórez Estrada con su Proclama de la Junta General del Principado (1808) y su Constitución de la nación española (1809), Francisco Martínez Marina con su Teoría de las Cortes... (1813), entre otros. A la vez, sería una omisión imperdonable no señalar el papel desempeñado por la masonería española, a la que adherían, entre otros liberales asturianos, Campomanes y Flórez Estrada.
Sabido es que Manuel Belgrano (1770-1820) estudió en la Universidad de Oviedo, donde residió, aunque se recibió de abogado en Valladolid en similar periplo al de Flórez Estrada. Es uno de los pocos próceres argentinos que figura incluído en la Gran Enciclopedia Asturiana. Es en Oviedo donde, según sus propias palabras, tras sus lecturas y sus relaciones personales "se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad, seguridad, propiedad y sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre, fuese donde fuese, no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido, y aún las mismas sociedades habían acordado en su establecimiento directa o indirectamente". Desde el Consulado de Buenos Aires, Belgrano introdujo a españoles residentes y criollos en las ideas economistas de Jovellanos, Campomanes y Flórez Estrada, lo que hizo primero sin nombrarlos en las Memorias de 1796 y 1797 y luego mencionando a "nuestro sabio el Sr. Campomanes" en la Memoria de 1798. No será ocioso recordar el ideal de las Sociedades Económicas, al que adhirió Jovellanos: "Conferir y producir Memorias para mejorar la industria popular y los oficios; difundir los secretos de las Artes y las máquinas que facilitan las maniobras; auxiliar la enseñanza, y fomentar la Agricultura y la cría de ganados". Eso es lo que hizo Manuel Belgrano desde el Consulado de Buenos Aires, para lo cual debió ganar para su causa a los cónsules Francisco Antonio de Escalada (1749-1835) y Tomás Fernández, como lo prueban las Actas de 1797 con las exposiciones de éstos en defensa de la libertad de comercio.
El economismo español, fundamentalmente asturiano, era una disciplina científica y sus expositores eran conocidos entre nosotros. Sus obras estaban en algunas bibliotecas, como en la del asturiano José Matías Gutiérrez, y a él adhirieron Manuel Belgrano, Mariano Moreno (1778-1811), Hipólito Vieytes (1762-1815) y Juan José Castelli (1764-1812), entre otros. Belgrano fue su inicial difusor y en él se inspiró para sus proyectos, como el de la Escuela de Náutica, al estilo del Real Instituto de Náutica y Mineralogía organizado por Jovellanos en 1794, o el enfitéutico, inspirado en el Informe en el expediente sobre la Ley Agraria del mismo Jovellanos, que nutriría también la Representación de los hacendados de Mariano Moreno y muchas páginas del Semanario de Agricultura de Hipólito Vieytes y del Correo de Comercio de Manuel Belgrano.
Especial para Agora21 por Víctor García Costa – Bs. As. Junio de 2007.
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